En sincero homenaje íntimo y personal a todas las gentes de la Isla Bonita, La Palma, que hace bien poco sufrieron los embates de la erupción volcánica en sus casas, y por añadidura a todos y todas los hombres y mujeres del vino que allí han venido desempeñando labores de vitivinicultura desde tiempo inmemorial, me decidí esta última época navideña a catar y degustar con calma este vino blanco elaborado en base a la variedad listán blanco, que surge del trabajo de Vicky Torres, vinculado al entorno, a un terreno construido alrededor de las influencias volcánicas y el ámbito oceánico del Atlántico. Viñas asentadas en ese suelo prodigioso desde el siglo diecinueve, con la atmósfera telúrica plena y los sudores inagotables de quienes dejaron su huella en esa tierra isleña. Dos mil seiscientas botellas en una producción limitada que exhibe un vino marcado por una cromática amarilla dorada intensa con algunos reflejos ambarinos, limpio y brillante, dejando en la cercanía aromática un perfume con nostalgias salinas y ahumadas, miel y cítricos suaves acompasados a un fondo que deja seña de terruño, de ambiente y entorno, de complejidad al principio cerrada que a medida que el vino se airea y gana terreno planta un estandarte franco y lleno de viveza. Boca agradable, entrada plena en una tranquila acidez, es un vino que camina entre calidez y frescura, firme en su trayectoria hasta el paladar, directo y sin escorzos. Buena persistencia, con una prolongación muy expresiva que insiste en expresar tierra, humo y salinidad marinera. La palomino de los vinos Jerez y Manzanilla en la canaria Palma se hace fuerte, dotada de un camino alternativo a la albariza, dejando sus expresividades en consonancia con el entorno, con el ambiente, con las circunstancias en donde las viñas cumplen su ciclo vegetativo. Métodos de agricultura ecológica en el cultivo, con labor artesana manual en todo el recorrido de la elaboración, mediando fermentación espontánea con levaduras indígenas, siempre usando depósitos de hormigón y procurando una maduración sobre lías de diez meses. En el último apunte me describe recuerdos de azafrán y miel, manzana reineta asada, especiados, ahumados, silvestre flora y frutos secos, en concreto almendra. Es un vino original pero no desde la prepotencia de creerse especial sino desde la peculiaridad de la identidad, desde la certeza de que tras del vino se esconde alguien que sabe trabajar con la pasión vitivinícola justa para agradar y servir de aliciente al tedio. Para catar con un papel y un lápiz cercanos.
Puntos El Alma del Vino : 18/20.
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