Olite, año 1938. Un miembro de la familia Ochoa y un grupo de amigos plasman en fotografía la imagen de la sana camaradería. Porque el vino une y es una herramienta en torno a la que la amistad fluye. Y ahora en el presente y en base a esa antigua instantánea, con uvas de las castas Tempranillo, Graciano, Merlot y Garnacha, Adriana Ochoa, cuarta generación de una estirpe vitivinícola, también en el municipio de Olite, elabora este vino tinto que representa la sensibilidad a través de la sutileza en forma y fondo. Nueve meses de maduración en barricas de madera de roble francés y americano, para fruta madre que se cosecha en cuatro viñedos : Fincas Santa Cruz, La Pedrera, La Milla y El Bosque, ubicadas en el término de Traibuenas. Las varietales realizan de modo individual el proceso de fermentación, aportando cada una sus diferentes características expresivas y organolépticas. Cromática roja picota, limpieza y brillo, cómplice aromática que envía nostalgias de fruta negra de zarza, muy finos balsámicos, hierbas aromáticas y guiños de infusión, breakfast tea. La boca inicia con finura, ritmo en la prolongación, frescura frutal, taninos maduros, esboza capítulos de confitura, buena persistencia y un carácter de media fluidez y equilibrio entre la fruta y el roble. Viña, viña y después bodega, que diría Adriana.
Puntos El Alma del Vino : 16’50/20.
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