Maduración final, antes del embotellado que se prolonga durante trece meses en barricas de madera de roble. En copa parada, tras el descorche, muestra una cromática rubídea, limpio y brillante, amaneciendo en la cercanía olfativa con nostalgias de fruta roja en sazón, fresca y con guiños de confitura, rosas y matorral de monte bajo, muecas de hierbas aromáticas, balsámicos y algún punto especiado fino. Sabroso y con un matiz que me recuerda a kirschwasser, aunque este en segundo plano. En boca amanece fresco y rollizo, dicharachero, con buen lineal de acidez, con los taninos marcados y un tic de astringencia de esas que yo nunca considero molesta sino más bien de agradecer porque plantea enjundia y personalidad. Buena persistencia y una serena verticalidad. Una grandísima demostración de que las Garnachas de Gredos tienen longitud, identidad y un presente y futuro dignos de aplauso y elogio. Me declaro fan total. Ay, Tiresias y Cadmo, vaya vino os perdéis.
Puntos El Alma del Vino : 18’50/20.
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