Me guarde una botella de la ópera prima de José Luis Ripa, un hombre que creció amparado por los aires mágicos del viñedo y la bodega. Y lo hice conservándola entre algodones, impecable, sin que agentes externos pudieran vulnerar su contenido. El Ripa, vino rosado, de la edición de añada 2016, ha visto hoy la luz en mi casa, aprovechando la calma de un sábado hogareño, templanza, cosas ricas y la calidez de una manta de esas tan mullidas que manufacturan en Ezcaray. Hay vinos de chimenea, tal vez de algún modo, todos lo son. Porque este Ripa de la añada 2016, descorchado, catado y disfrutado en los últimos días del año 2023, tiene el sello de ese aserto del poeta inglés William Wordsworth, “La buena poesía fluye espontáneamente de los potentes sentimientos, y trae su origen de una emoción engendrada en la calma.” De ahí que el sosiego sea un instrumento relevante para los instantes de cata. Luz baja y examen visual de un cromatismo asalmonado, pálido, limpio, con reflejos naranja brillantes. La aromática excelsa en argumentario de complejidad, con fresas de mata, piel de naranja, membrillo y especiados muy suaves, flores y tonos silvestres de boudoir femenino, como surgidas de esencias perfumistas. Espiritoso. La boca arranca con finura, galante línea de acidez, esbelto en el paso, prolongado, frescura y sutileza. Buena persistencia con tics que memoran cítricos pausados, frutas de mata, muy suaves especiados y balsámicos, y de nuevo ese gesto atractivo que funde flores y hojas y de otoño. Acaba con un sabroso guiño de amargor. Garnacha mayoritaria, los grandes vinos rosados de Rioja como siempre reivindicaba Ezequiel García, y un aporte menor de Tempranillo, fruta procedente de vendimia en la zona del Valle del Najerilla, marcando en el proceso de vinificado, una fermentación y posterior maduración de dieciocho meses en bocoyes de quinientos litros de varios usos, de madera de roble francés. Una magna exhibición con declaración de intenciones enfocada en una divertida reflexión. El vino cuando se elabora desde la pasión, como todo en la vida, no tiene máscaras. Y este Ripa de la añada 2016, como ópera prima, me parece elegante y melodioso.
Puntos El Alma del Vino : 17’50/20.
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