La finca Can Martí es uno de esos enclaves imperecederos en el universo fascinante de la vitivinicultura. Forjada por sedimentos originarios del Macizo del Garraf, se asienta en suelos de componente arcillo calcáreo, con presencia de carbonato cálcico y atiende a una influencia climatológica de marcado carácter mediterráneo. Con la presencia muda de dos masías de viña en el entorno, esta finca que pertenece a la propiedad desde el lejano siglo XIV, se ve acompañada también por una producción de miel, con cajones de abejas que habitan en un bosque perteneciente a la quinta. Cuidan la biodiversidad en este dominio catalán y lo hacen también, en clave de agricultura ecológica. Este vino dulce en su edición de añada 2018, cumple con el perfil de vendimia tardía y se apoya en la casta xarel.lo, fruta que se cosecha en modo manual, para acto seguido, ya en bodega, Vino dulce de vendimia tardía. La vendimia se realizó en octubre, escogiendo los racimos con el grado deseado de deshidratación. Prensa directa, sin despalillar para la obtención de un mosto que fermenta en depósitos de acero inoxidable durante dos semanas. En copa parada exhibe una estética amarilla limpia y brillante, sensaciones glicéricas que avanzan su perfil para el resto de su cata y disfrute. Impulsos aromáticos de ciruela proustiana madura, piel de limón, membrillo, nísperos y flores blancas y amarillas, con un suave recuerdo de jazmín y retama. Boca fina en el arranque, con una nota gustosa de acidez, beneméritos los puntos frutales y muy excelsa persistencia. Galante y goloso, este Vittios, es un vino para disfrutar, por ejemplo, con un queso Blau d’Osona, de Molí de la Llavina, elaborador familiar centellenco. Un placer.
Puntos El Alma del Vino : 17’25/20.
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