Es posible que el vino tinto reserva de Luis Valentín y Carmen Enciso sea una de las referencias de la denominación de origen Rioja que mejor conozco. Llevo muchas añadas catadas y disfrutadas, alguna de ellas incluso en su etapa de barrica. Hoy me he encontrado con la edición de añada 2018. Y puedo aventurar que en el ático de la excelencia, para Valenciso siempre hay una planta más alta. Me ha parecido vital, pleno en la expresión de bayas negras en sazón, con una envidiable sensación de equilibrio en cuanto al punto de maduración de la fruta de la variedad Tempranillo que le da rango. Hay nostalgias aromáticas de moras y arándanos, balsámicos y especiados dulces, un apunte de nobles barnices, y alguna flor que se acompaña de cierta mineralidad, evoca calcitas. Suelos arcillo calcáreos en los terrenos donde se asientan las viñas, pagos de viticultura sostenible y ecológica ubicados en la Rioja Alta, en los términos municipales de Ollauri, Briones, Rodezno, Haro y Villalba, ubicados en una altitud entre los quinientos siete y los seiscientos diez metros. Influencia climáticas atlánticas y mediterránea, utilizando Luis Valentin depósitos de cemento en la elaboración y en la maloláctica y para la maduración barricas de madera de roble francés, donde el vino permanece durante dieciocho meses. Antes del embotellado regresa al continente de cemento, donde se afina durante un año más. Qué eléctrica tanicidad, cuanta frescura. Una añada fría deja su gratificante seña en un vino que apuntala el término que más me gusta, ducha de fruta. Leo en una entrevista del pasado a Luis Valentín esta sentencia : El Tempranillo todavía tiene mucho recorrido que ofrecer en Rioja. El de Valenciso recorre una senda magnífica, diversa en función de las características de cada cosecha, pero siempre ofreciendo un valor seguro. Impresionante la del 2018.
Puntos El Alma del Vino : 18’75+/20.
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