Hace ya unos años asistí en Aranda de Duero a una cata de vinos de la denominación Ribera del Duero en donde, entre otras referencias, descubrí algunas de una bodega localizada en el término municipal de Quintana del Pidio. De toda la libre oferta de vinos que tuve el placer de catar, fueron los de este dominio quintanapidiense, los que más iluminaron mi rostro. Cillar de Silos y Amalio Aragón forman tándem desde el año 1994, fecha de fundación de la bodega, pero como las cosas bien hechas son las que funcionan con precisión y eficacia, ya desde mucho antes, este hombre de vino y su familia, fueron colocando los ladrillos del proyecto. Eligieron el nombre para homenajear al pasado y en concreto al monje que se encargaba de la intendencia en el benedictino Monasterio de Silos. Con el patrón del uso exclusivo de uvas autóctonas y la búsqueda de viñas viejas, Cillar de Silos avanza en el mercado con franqueza y solidez, añada tras añada. La Tinta Fina robusta, con un pequeño porcentaje de Albillo, dan como fruto un vino sabroso, en donde la fruta resplandece, golosa y chispeante, con perfil aromático en la proximidad olfativa, cerezas y ciruelas negras, balsámicos, brezo, algunas flores y un guiño cítrico suave y muy sugerente, que aporta prolongación y frescura. El lineal de acidez se expresa con verticalidad, fluidez media con taninos marcados en su justa medida y muy golosos. Fruta vendimiada en suelos de composición arenosa, con presencia de arcilla y caliza, vinificación tradicional que finaliza con un proceso de maduración en barricas de madera de roble francés durante cuatro meses. Una magnifica añada, esta del 2020, que me ha servido de reencuentro con la bodega de la familia Aragón.
Puntos El Alma del Vino : 16’50(20).
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