Hay frases que adornan un vino, pulsos literarios y poéticos que en mi opinión, no solo lo decoran sino que sirven como epílogo, que no prólogo, de su correcta cata y degustación. Porque es entonces cuando le sacas sentido a las palabras y también a su aplicación al vino. Senda en edición de añada 2019 de IsabelGalindo Las Moradas, es un ejemplo de ello. Romántico pero desenfadado, con expresión, con nervio, el suficiente para resultar dotado de personalidad propia. Desde el término de San Martín de Valdeiglesias, ungido con el carácter de las garnachas de altitud, a casi novecientos metros, gestionadas con prácticas de agricultura ecológica y biodinámica, surgidas de viñas asentadas en suelos de composición arenosa, con presencia de grava y rocas. Son las parcelas El Boquerón, La Coja, Los Corzos y Poniente, las que aportan argumentos a la condición de este vino. Como me gusta el término rusticidad aplicado en positivo a determinadas referencias de este apasionante universo, significando para mi vínculos con el campo, con la tierra y el entorno. Esa denominada rusticidad aparece en la ficha de cata de este vino. Elocuente, fresco y vertical. Tras la vendimia, se procede con un vinificado que incluye un proceso de fermentado con sus propias levaduras y una maduración en barricas de madera de roble francés que se prolonga durante diez meses. Hay fruta roja, evocaciones florales, matorral y flámulas, guiño cítrico varietal y memorias de roca húmeda, que en la retronasal se hace más clarividente. Entra en boca suave y se abre como una flor, fluido, intenso, con sapidez, lanzado en vertical, gesto de acidez bien delineado. Media alta persistencia y frescura por doquier. La fruta esbelta y orgullosa, dejando claro que es quien manda. Y ahora leo el párrafo del escritor borsaonense Luis Zueco que preside la etiqueta : “Traía una botella de vino para pintarme los labios con una sonrisa de color rojo cereza y bebérnosla a sorbos como la vida misma. Y despertar al día siguiente con él abrazado a mi ombligo y la certeza de que no se podía ser más feliz”. Y entiendo qué es la felicidad. Qué sana envidia ver un trozo de literatura propia, impresa en una botella de buen vino. En este de la denominación Vinos de Madrid.
Puntos El Alma del Vino : 17’50(20).
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