Definir el recorrido profesional de Luis Moya Tortosa supondría llenar una amplia colección de folios con líneas y líneas de experiencias que se resumen en un prolífico currículo y la observación externa de un hombre apasionado por la cultura vitivinícola y en especial por la variedad garnacha. A caballo entre Navarra y su título de Enología por la Universidad de La Rioja, Moya plantea en el mercado una colección de referencias, de las que este Malasombra en edición de añada 2020 me ha llamado la atención por ser un monovarietal de la casta Graciano, una de mis predilectas. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer dejó escrito aquello de “La rebeldía es la virtud original del hombre” y podría añadir que tal vez lo sea de la Graciano y puede que también por tal causa a uno le atraigan tanto los vinos elaborados a partir de la uva zinzillosa, otro apelativo por el que se la conoce. En el viñedo labores de agricultura ecológica, con filosofía de mínima intervención, vendimia manual y una maduración de un año en barricas de madera de roble de un solo uso. En total mil doscientas bodegas para enmarcar un vino que aparece en escena con una cromática roja picota de buena intensidad, limpia y brillante, orquesta en la cercanía aromática nostalgias de fruta roja en sazón, un guiño liviano de fruta negra, balsámicos, tofé y algunos brillos especiados finos. La boca apunta un arranque franco, con tics de cierta rusticidad, la acidez bien desplegada, frescura y un sápido gesto cítrico que le aporta buena clave de personalidad y prolongación. Taninos bravos y bien marcados. En la retronasal descubro una seña silvestre, matorral, que incorporo a la exhibición de descriptores. Conocerlo para amarlo. Seguiré de cerca posteriores ediciones de vendimia de este Malasombra. Hechicero.
Puntos El Alma del Vino : 17/20.
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