Cuándo uno se pone delante de un vino de Cigales, recuerda primero su adolescencia en Bilbao y sus tabernas, cuando “ponme un Cigales” era poco menos que un eslogan en lo que a vinos blancos de señorial poteo se refería. Eran verdejos de consumo rápido, vinos asequibles y frescos, con una aromática agradable. Hoy me llega esta edición de cosecha 2022 del Clarete de Luna que Bodegas Cesar Príncipe defiende en el mercado, desde la localidad vallisoletana de Fuensaldaña. Ignacio Príncipe, propietario de la bodega, lo califica como “vino de toda la vida” y junto a las viñas localizadas en el terruño fuensaldañés, mima con firmeza otros espacios vitícolas ubicados en Corcos y Trigueros del Valle. Eutiquio, su abuelo, fue quien plantó las cepas de la finca La Majada, el buque insignia del dominio, Tempranillo de edad, con perfil de bajos rendimientos. El Clarete de Luna basa su nombre de bautismo en la costumbre de algunos paisanos de esta zona vitivinícola de Valladolid, que amantes del vino y sin poseer cepas en propiedad exploraban, aprovechando la oscuridad nocturna, el terreno ajeno, a fin de aprovisionarse de los racimos necesarios para elaborar en casa su clarete de año. La luna les observaba e iluminaba. Nocturnidad y alevosía, vaya. Hoy esta bodega de Cigales convierte la picaresca, tan nuestra, en cartel para un vino elaborado mediante conjunción varietal de las castas Tempranillo, Verdejo y Albillo. Tras el descorche plantea una buena expresión aromática, fruta roja en sazón, guiños cítricos, flores y balsámicos. Cromática coralina, granada y algunos reflejos grosella, limpio y brillante. Inicia en boca con buen tiro de acidez, amplio y fresco, jugoso, con buen despliegue de prolongación. Vino de copa y también de porrón, que algún día habrá que reivindicar este noble instrumento inmortal. Vino que bien pudiera firmar parte de la insigne El Lazarillo de Tormes, cuando nos cuenta aquello de : “Contaba el ciego a todos cuantos allí se allegaban mis desastres, y dábales cuenta una y otra vez así de la del jarro como de la del racimo, y agora de lo presente, el nabo y la longaniza.” El jarro y el racimo, tan vinificada es nuestra literatura. A mayor gloria de Baco. Divertido, jovial y fresco.
Puntos El Alma del Vino : 16’50/20.
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