Los racimos de Tempranillo Blanco cosechados en la finca Tarranduz, situada a los pies del sistema montañoso de Obarenes, dan vida a este monovarietal, referencia de la bodega familiar Ruiz Alfaya -Rual. Desde el término municipal de Castilseco para el mundo, este homenaje a una variedad que comparte genética con la Tempranillo Tinta en una evaluación aproximada de casi un noventa y ocho por ciento, es uno de los buques insignia de esta bodega. Sus viñedos en propiedad se asientan en suelos de composición arcillo calcárea y cumplen su ciclo vegetativo en base a una influencia climatológica atlántica moderada. Tras la vendimia y el porte de la fruta a bodega se lleva a cabo un prensado para la obtención del mosto que será depositado en un continente de acero inoxidable a
fin de realizar una clarificación. El mosto limpio se traslada a otro depósito donde se inicia la fermentación alcohólica.
Acabada esta se procede con el inicio del tiempo de maduración en barricas de madera de roble americano. Periodo adicional de afinado en botella antes de salir al mercado. En lo que respecta a la edición de vendimia 2022, se llenaron seiscientas sesenta y seis botellas. Como curiosidad, a mi me tocó la número doscientos veintiocho. Descorche y primer servicio en copa, destaca un cromatismo muy limpio y brillante, amarillo pálido e insinuaciones doradas muy tenues, despliega en nariz evocaciones de cítricos y ciruelas proustianas, ramillete de flores blancas y amarillas, balsámicos, hinojo, anisados, algún tic que recuerda mantequilla francesa y suaves tostados. La boca abre jugosa, con paso untuoso, medio graso, buena prolongación de la línea de acidez, hay frescura, un gesto chispeante, vibrante. Demuestra nervio y buena clave de persistencia. Un vino blanco de Rioja, con fermentación en barrica que deslumbra por su estructura y equilibrio. Muy buen ejemplo de lo que puede dar de sí la Tempranillo Blanca tratada con mimo y seriedad.
Puntos El Alma del Vino : 17’25/20.
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