Catado en el año 2018, en Haro.
Hoy traigo al blog uno de esas referencias que gustan desde un criterio de simplicidad, sin algarabías petulantes ni complejidades excesivas, a veces artificiosas. Monovarietal de la casta pinot noir, orgullo de Urville, elaborado con el zumo procedente del primer prensado, mediando gravedad en lugar de trasiegos, escasa aplicación de sulfuroso y desfangado natural.
Se lleva a cabo después un fermentado alcohólico durante un tiempo de dos semanas, iniciando después una maloláctica natural, sin incluir filtrados. Ensamblaje de los vinos utilizados que afinan en cubas y que preceden al embotellado y a un posterior periodo de permanencia en rima durante un tiempo de entre dos y tres años. No contempla añadido de azúcar.
Tras el descorche y en copa parada afirma un cromatismo amarillo dorado, brillante y limpio, con algunos reflejos propios de la varietal, tenues rojizos. La cercanía aromática despliega recuerdos de fruta blanca y roja, guiños cítricos de notable condición, balsámicos y evocaciones silvestres, base especiada suave, melosa y cremosa identidad de fondo, amplio pero siempre con la fruta como foco de atención en la vía olfativa del catador. La entrada en boca esboza viveza y buen tramo de acidez, acredita su anunciada pureza, una incontestable serena y profunda raíz frutal, sabroso en el avance, directo y vertical, con admirable persistencia. Frescura, dejando en la vía retronasal memorias de melocotón de viña y grosellas, limón, hinojo y heno, suaves retornos de pastelería, madreselva y gestos de flora primaveral. Llega al final y se prolonga en modo muy satisfactorio.
Puntos El Alma del Vino : 17’50/20.
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