Catado en el año 2018, en Haro.
Se procede con un ensamblaje tras el proceso tradicional de vinificación, al que sigue una maduración que se prolonga durante cinco años, mediando un dosage de ocho gramos de azúcar por litro. Agradezco a mi buen amigo y maestro Jordi Melendo su aporte, que durante una visita a La Rioja, tuvo como privilegiado escenario el restaurante La Vieja Bodega, en donde Angel Pérez y su equipo colaboraron de modo eficiente en la armonía de este espumoso con algunas de sus elaboraciones. Tras el descorche, y primer servicio en copa, muestra un cromatismo amarillo pajizo brillante, despliegue de burbuja fina y regular, asomando en la cercanía aromática nostalgias de fruta cítrica, blanca y algunos frutos secos, melosidad equilibrada con notas balsámicas, alguna levadura y cereal. Una complejidad que se desliza con buena balanza, fragancia elegante y centrada.
En boca arranca con buen empaque de fruta, muy buen recreo de frescura, lineal de acidez largo y acompasado, volumen y estructura, con la burbuja bien integrada en el conjunto, no es un champaña sutil pero sí elegante, amplio y refrescante. La retronasal habla de recuerdos a limón en fresca confitura, ciruelas proustianas y pera de agua, manzana y un guiño meloso y panadero, hinojo y cereal, apunta nuez y almendra y tiene una prolongada capacidad de expresión.
Amable, magnífico en cuanto al delineado y equilibrio goloso y de acidez en el avance, recreando hacia el final un gesto salino y jovial que le da una personalidad muy elegante.
Hechicero y divertido, pero también estiloso.
Puntos El Alma del Vino : 18/20.
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