Tom Puyaubert en marzo del año 2020, era claro en una entrevista para Fernando Bóveda, que me estuvo ilustrando hace un par de días. Me encanta ojear preguntas y respuestas relacionadas con este fascinante universo vitivinícola. “Sin duda el vino bueno nace en la viña y si tienes uva buena que viene del campo, un enólogo no debe nunca estropearla. Con buena uva venida de la viña el vino se hace solo. Puedes macerar o no macerar, usar barrica nueva o usada, fermentaciones diferentes… da igual, el vino está bueno. Y si alguien hace inventos y baja la calidad de la buena uva, debe dedicarse a otra cosa”, decía Puyaubert. Una reflexión que no por repetitiva debe resultar tópica, al contrario la comparto. Se puede decir más alto, pero no más claro. Su referencia Horizonte de Exopto, en edición de añada 2021, plantea una base varietal mayoritaria de Tempranillo con aportes menores de Garnacha y Graciano, fruta procedente de vendimias en fincas ubicadas en los términos municipales de San Vicente de la Sonsierra, Abalos y Baños de Ebro. Suelos de composición diversa, arcilla calcárea y arenosa, con una altura media de los viñedos de entre cuatrocientos y quinientos metros sobre el nivel del mar. La edición de vendimia 2021 tuvo una influencia climatológica a medio camino entre atlántica y mediterránea. Puyaubert vinifica, previa vendimia manual, con fermentaciones alcohólica y maloláctica desplegadas en depósitos de cemento, mediando una corta maceración. Maduración en barricas de madera, un quince por ciento nueva, de roble francés, durante un año. Horizonte extiende, en copa, un cromatismo rojo picota intenso, limpio y brillante, con algún reflejo violáceo. Abre el perfume con nostalgias de fruta roja y negra en sazón, guiño de confitura, balsámicos centrales, aroma limpio y fresco, redondeando con recuerdos de brusquero primaveral, y más livianas memoranzas de especiados. Boca carnosa desde el arranque, proyecta frescura y un lineal de acidez prolongado y equilibrado. Hay un guiño de calidez, con los taninos aportando madurez y finura, muy buena seña de persistencia. Una estupenda edición de añada para un vino que más allá de singularidad, demuestra identidad, músculo y mucho trabajo detrás de la botella. Me ha encantado.
Puntos El Alma del Vino : 17’75/20.
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