Vino catado en el año 2019, en Haro.
Un vino elaborado bajo la huella celestial de viñas viejas de altura, cepas de garnacha asentadas en suelos de composición silícea y con el complemento de un menor porcentaje de la varietal syrah, en este caso mecido por un asiento en terrenos arenosos.
Un ensamblaje que da lugar a un vino tinto marcado por una peculiar personalidad de rusticidad, con finura y unos rasgos de fruta que se emparentan con un sabroso pinoteado, aquella descripción que cierto día escuché en boca del gran Basilio Izquierdo : la garnacha pinotea, interesante vínculo entre la pinot noir y la garnacha.
Vinificación independiente con fermentación alcohólica en depósitos y maloláctica posterior en madera de roble, con una maduración de ocho meses en idénticos continentes de madera francesa.
Descorche y servicio en copa parada, cromatismo picota de notable intensidad, no brillante en exceso, profundidad y reflejos púrpura, insinuaciones grana. La proximidad aromática deja nostalgias de fruta roja licorosa y en sazón, registros de segunda instancia que detallan memorias silvestres, flores rojas y matorral, incluso finos guiños herbales.
Fondo balsámico y evocaciones de almendra, continuación de hojas de tabaco y fin que expresa terrosidad. Boca que habla de longitud, amplitud y anchura en el avance, rigor de signo goloso, volumen y esa mueca ya mencionada de rusticidad.
Buena seña de persistencia, con los taninos afinados y maduros, desfilando en la vía retronasal memoranzas de cerezas y ciruelas rojas, arropes y guindas al licor, rosas rojas y matorral, regaliz y eucalipto, piñones y almendra tostada. Un guiño de romero, brezo, tabaco y un epílogo longitudinal que detalla terroir y una sutil mineralidad.
Parlanchín y lleno de matices.
Puntos El Alma del Vino : 16/20.

Comentarios
Publicar un comentario