Hace ya unos años conocí a Hervé Bizeul, en el espacio de catas de Jean Luc Thunevin, en el corazón de la coqueta histórica localidad bordelesa de Saint-Émilion. Era semana de Primeur y el vitivinicultor del valle del Agly, me propuso catar su El fauno que toca la flauta debajo del olivo, hoy en día acortado a Un fauno con su pífano. Fue un encuentro breve pero fructífero en cuanto a mis humildes conocimientos, por aquel entonces, sobre la Cabernet Franc. Hoy he descorchado este Modeste, en edición de añada 2022, vino tinto en donde uvas de Garnacha, Syrah y Cinsault, se integran para consensuar con temple, madurez fenólica, volumen y una agradable línea de acidez, que aporta estructura y empaque a la cata. Diversidad de suelos, esquisto negro para asentar las cepas de las dos primeras y arcillo-calcáreo pedregoso para la mencionada en tercer lugar. La viticultura de realidad de Bizuel, así la define él mismo, en plenitud. Vendimia en ese momento en el que la importancia de la cata del grano a pie de campo resulta un preludio del logro del objetivo, lograr un vino satisfactorio. Después, ya en bodega, breve macerado y fermentación con levaduras indígenas. Ligero en el avance pero con ese encantador toque frutal que no se enmascara, que dirige la sinfonía, música en la boca y danza en el paladar. Crepita con jugoso carácter, persiste en una justa medida de vino jovial y certero. Cerezas, grosellas, ciruelas rojas, mentolados, hierbas aromáticas y un fondo de perfume y también gustativo que ofrece memorias de terrosidad y piedra de río. Un Côtes Catalanes, digno de aplauso, en lo que se refiere a la edición de cosecha 2022.
Puntos El Alma del Vino : 17’25/20.
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