Zinio Bodegas Terroir de Zinio 200 2019.


Algún día habrá que versar sobre el gran trabajo que realizan los hombres y mujeres del cooperativismo vitivinícola en Rioja y en el resto del mundo. No siempre valorados en su justa medida, estas bodegas ubicadas en diferentes puntos geográficos de la denominación de origen de los Siete Valles, han ido progresando desde las arduas tareas agrícolas hasta el mimo enológico y en el presente dan funcionalidad a muchas familias del agro, defendiendo en el mercado referencias de indiscutible calidad. Terroir de ZINIO Bodegas es un ejemplo de ello. En su edición de cosecha 2019 se expresa en público mediante una conjunción varietal base mayoritaria de Tempranillo y un aporte menor de uvas de Graciano. Y como siempre esta integración no es baladí, responde a un aspecto lógico según los criterios enológicos. La uva Graciano apuntala la traza de acidez, aporta frescura, volumen y expresión de frutal concentración y lo que yo defino, ya es cosa mía, cierto tono silvestre. Fruta madre procedente de viñedos propios, que ve la luz procedente de cepas asentadas en suelos de composición arcillo calcárea, ubicadas a una altitud sobre el nivel del mar de entre cuatrocientos noventa y quinientos cincuenta metros. Tras la vendimia, ambas variedades entran por separado en bodega, procediendo con despalillado y estrujado, maceración en frío del mosto con los hollejos y fermentación alcohólica. Maloláctica y maduración que tiene lugar en proporción paritaria, usando barricas de madera de roble americano y continentes de acero inoxidable, durante un año. Tres meses de afinado en botella como epílogo. Muestra en copa un encaje cromático rojo picota, limpio y brillante, con reflejos purpura y más ligeros grana, enarbola en la cercanía aromática nostalgias de frutas negras y rojas en sazón, tostados suaves, balsámicos, flores cárdenas y matorral de monte bajo. Entra en boca con contundencia, se anuncia sin disimulo la presencia de la Graciano, que levanta la mano y solicita la atención del catador. Buena traza de acidez, goloso, fresco y con un muy fino punto de calidez. Taninos marcados, que refuerzan el empaque del vino, en su trayecto por boca y paladar. Equilibrado y sustancioso. Hay un sabroso apunte de fino amargor, integrado y agradable, que le añade personalidad. Buena traza de persistencia. Un vino franco, sápido y singular. Vigoroso.

Puntos El Alma del Vino : 16’50/20.

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