Bodegas Alvear Moscatel NV


Hablar de Bodegas Alvear no es tarea menor. Vinculada a la vitivinicultura andaluza desde el inicio del siglo dieciocho, forma parte de la tradición con capitanes de navío tan recordados y venerados como Diego de Alvear y Escalera, fundador, su hijo Santiago, Diego de Alvear y Ponce de León y el aristócrata Francisco de Alvear, Conde de la Cortina. La denominación de origen Vino Montilla-Moriles tiene en Alvear un indiscutible referente. Hoy escribo, tras la pertinente cata y degustación, sobre este Moscatel de Alejandría, un vino de licor cargado de elegancia, suave y con un dulzor natural lleno de expresividad. Entendiendo el concepto como una elaboración que toma como base vino o mosto al que se le aporta aguardiente para que alcance un nivel de alcohol que lo estabilice respecto a levaduras y también frente a bacterias. Su descorche me trae a la memoria, mis estancias en Málaga y Cádiz así como la eterna gloria vinífera cordobesa con esta variedad, también conocida popularmente como Moscatel de Chipiona. Las bodeguillas a pie de calle donde rodeado de barriles, un amable tabernero abre el grifo y te da a probar sus orgullosos tesoros. Fino, manzanilla y moscatel. Tipicidades de leyenda, fluidos de realidad. Desde el interior de la copa envía una refulgente cromática, limpia y muy brillante, se deja ver la crianza oxidativa y el asoleado, tono caoba, dorado viejo, ribete yodado. Luminoso. La nariz abre memorias de naranja confitada, almendra, durazno deshidratado, incipiente pasificación y algún guiño silvestre, zumaque, muy liviano. Más confite que compota. La boca abre fina y sustanciosa, paso glicérico, frescura y un punto sabroso y cálido que le aporta enjundia, prolongado, tapizando lengua y paladar. Media alta persistencia. En la retronasal hay un guiño salino por detrás de su diestra dulzura. Del pasodoble a la eternidad. Aquí no puede existir el olvido. Sensacional.

Puntos El Alma del Vino: 17’25/20.

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