Bodegas Betolaza Magadí 2019.


Hace ya mucho tiempo que construí una relación personal con la varietal Viura, que quienes me conocen de cerca, saben que dibuja una estampa romantica, muy reivindicativa, serena pero contundente. Nunca soporté a quienes atribuyen a la Perla Blanca de Rioja, así la llamo en la intimidad, poco valor, basando su criterio, en una presunta falta de expresividad e incluso de condición. Cada varietal tiene unas características y la Viura, además de versátil, agradecida y muy vinculada por tradición y condición a las elaboraciones, no solo de Rioja, sino también bajo el apelativo Macabeo, a Cataluña, Levante y Languedoc-Roussillon, debiera tener un plural y unánime reconocimiento que en algunos supuestos no se da. Vinos secos, dulces y espumosos son agraciados hijos de la Viura, y yo seguiré defendiéndola, sola o en compañía de otras varietales. Esta tarde y echando una mirada más al conjunto de referencias que suelo olvidar de modo premeditado en mi alegórico baúl, he descorchado este Magadí de Bodegas Betolaza, dominio ubicado en la localidad riojalteña de Briones. Edición de añada 2019. El vino que hacían nuestros abuelos, tal como reza el lema de esta familia para quienes la vitivinicultura, como en otras tantos lugares de La Rioja, es filosofía de vida y religión. Fruta procedente de viñas ubicadas en Briones, término El Cantillo, plantas del año mil novecientos sesenta y uno, y de la denominada como La Solana. Tras la fase de vendimia, y la entrada de los racimos a bodega, se procede con despalillado y macerado, prensa y logro del mosto flor, pasando a la fermentación en depósitos de acero inoxidable. Finaliza su proceso de elaboración con una maduración de siete meses en barricas de madera nueva de roble americano, donde permanece en contacto con lías durante un periodo de siete meses, antes del embotellado. Tiempo adicional de afinado en botella, previo a su salida al mercado.
Reluce en copa parada, limpio y brillante, amarillo pajizo y dorado, exhibe en la cercanía aromática guiños de cítricos, confitura, ciruelas proustianas maduras, esencia de coco, flor de azahar, jazmín, flores frescas y maduras, cereal tostado y mantequilla. Gesto de perfume meloso, panal, cera. Manzana reineta horneada. Insinuaciones de compota, aún no muy marcadas. Excelsa complejidad de perfume. Apunto para que no se me olvide ni un detalle. Frescura y en menor nota calidez se unen en boca, mantiene un buen tiro de acidez, moderada sensación de grado, cremoso y glicérico, amplio, horizontal y vertical, volumen y agradable persistencia. Magnífico despliegue. Rutilante. Una estupenda edición de vendimia que expresa elegancia, pero sobre todo vino. Y buena Viura.

Puntos El Alma del Vino: 17’50/20.

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