Un nuevo diseño de etiqueta para uno de esos vinos de Rioja que en mi opinión personal, surca el océano de las maceraciones carbónicas de la denominación de origen con remo firme y rumbo, basado en un criterio sólido. Tal vez una de las mejores propuestas surgidas del proceso de fermentación de uva entera que se pueden disfrutar año tras año. El poeta de los pinceles Jose Uriszar Leiva ha dibujado una rosa emblemática, un icono de la vitivinicultura riojana y el feedback es bendecido por quienes conocemos a las dos partes. El artista y al otro lado, una mujer de uva y viña, Pilar Fernández Eguiluz. Peña La Rosa, en edición de vendimia 2023. Una representación eficiente de la casta Tempranillo, elaborada con uvas de varias parcelas, asentadas en suelos arcillo calcáreos, lozanía, frescura y siempre un magnífico relato en lo que a la estructura de un vino tinto joven se refiere. Anaeróbicas maneras, las cubas protegiendo una atmósfera plena en anhídrido carbónico en ausencia de oxígeno, fermentación intracelular y luego a disfrutar del chorro intencionado de fruta, combustible para el alma. Un estupendo avance de añada, aún no presente en el mercado, fruta roja en sazón, lavanda y regaliz, malva almizclera, hay moras, cerezas y fresas de mata en el centro de la fragancia. Boca que abre muy rolliza, plena de frescura, avance sabroso, provoca la salivación y el deseo casi inevitable de una segunda copa. Paso goloso, potente. Muy buena seña de persistencia. Peña La Rosa 2023, necesario. Traquido de Tempranillo, radiante en sus aspectos aromático y gustativo. Por cierto, me encanta su nueva imagen exterior.
Puntos El Alma del Vino: 18’75/20.
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