A veces es positivo para quienes catamos vinos, bucear en referencias que huyen de la pomposidad y marcan, en realidad, la base de la cultura vitivinícola. Es el caso de este Daimon de Oscar Tobia Lopez, un tinto crianza de Rioja que hoy he descorchado en su edición de añada 2019. Apelativo socrático que aunque en nuestro complejo presente se utiliza más en un plano de oscuridad, fue en la antigua cultura griega una especie de voz interna, una intermediación positiva entre los seres humanos y la divinidad. Tempranillo de Rioja sugerido mediante un proceso convencional de elaboración que finaliza con un tiempo de maduración de quince meses en barricas de madera de roble francés y americano. Buena estampa cromática, limpio y brillante, reflejos grana sobre una base roja picota. La nariz registra memorias de fruta roja en sazón, especiados suaves en segunda instancia, balsámicos, toffee y final de perfume que evoca, liviano, evocaciones de cacao criollo. Buen equilibrio. La fruta limpia, imperante. La entrada en boca es pulcra, fresca, buena seña de balanza entre grado y acidez, despliegue sápido. Taninos maduros y pulidos. Media alta persistencia. Óptima expresividad de una Tempranillo, clon autóctono mimado por Tobia como un tesoro. Y es que al alma de cada uno de nosotros se le asigna un Daimon antes de llegar al mundo, una alegoría, un enlace terrenal. La Tierra, el campo, la viña y el vino.
Puntos El Alma del Vino: 16’50/20.
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