Finca La Estacada Carignan 2016.


Como el romanticismo literario que nos cuenta a veces historias de princesas encerradas a perpetuidad en una torre, liberadas por un caballero de blanco corcel, a veces es bueno descorchar referencias estancadas en el botellero desde años atrás, liberando su esencia y las características del progreso de un vino en botella. Hoy lo he hecho con este tinto monovarietal de la casta Cariñena, sustentado por el pendón del dominio vitivinícola Finca La Estacada. Y para apreciar su evolutiva, nada como descorchar, servir y esperar. A veces la aireación es clave para realizar un análisis real. El que espera no desespera en estos supuestos. Bien mantenida, con criterios personales de temperatura y humedad propicios. La Mazuelo, Cariñena de los pagos conquenses, surge en este caso de viñas asentadas en suelos calizos, ubicados en Monte Pardo. La buena condición tánica de esta casta, favorece la buena proyección temporal de los vinos a los que da vida. Cumpliendo con las premisas esgrimidas hasta ahora, recomiendo airear el vino desde el instante del descorche, al menos durante treinta minutos, sin que sea preciso decantar. Y llega después la sorpresa. Positiva, créanme. Cierto que hay un inevitable punto oxidativo en cromática, tonos grana e incipientes caramelo castaño por detrás del rojo grana. La olfativa presenta recuerdos de compota navideña, alguna pasa, dátiles, jalea de fruta roja, boudoir y bosque. Es en la boca donde el vino sorprende, la acidez mantiene su personalidad, finura en el avance, taninos finos y maduros.
Vinificación convencional con maceración de siete jornadas, remontados diarios, fermentación alcohólica y tras el descube, seis meses de permanencia en su definitivo afinado antes de embotellar. No puntuaré esta referencia, pero la incluyo para dejar constancia de que un vino sin maduración en madera, también es capaz, midiendo bien el concepto, de tener una apacible y atemperada proyección temporal. Muy digno como vino de sobremesa, como aperitivo e incluso para una armonía con una liebre guisada con arroz. En el mundo del vino, nunca hay que dar algo por hecho y maltrecho. A veces, un descorche y un poco de paciencia, dan resultados inesperados.


Comentarios