Hay frases que sobresalen desde la etiqueta hasta el alma, más allá de lo que expresa el vino que encierra la botella. Frases líricas, muy descriptivas. Este vino blanco elaborado con una base monovarietal de la casta Palomino, antes de su preceptivo descorche, manifiesta su encanto con el siguiente párrafo : “Estas tierras fueron un día del océano. Parte de él, vive hoy en la albariza. Este vino es su fruto.” Porque los suelos de albariza, tesoro del Marco de Jerez, de Montilla Moriles y por ello también de la vitivinicultura española, se forjaron hace treinta y cinco millones de años, con la descomposición de restos de conchas de moluscos, caparazones silíceos de fitoplancton, esqueletos ameboides, minerales siliceos y fósiles marinos. De un mar de aguas templadas surgió lo que hoy conocemos como albariza. Caliza permeable, noble tierra blanquecina. Grupo Estévez Valdespino defiende en el mercado este vino blanco jubiloso, fresco, que he catado en la edición de añada 2022. Vinificación convencional, tras la cosecha del fruto, ya en bodega, se obtiene el mosto flor mediante un proceso suave de prensado, para acto seguido iniciar la fermentación en depósitos de acero inoxidable.
Cromatismo amarillo pálido, limpio y brillante, con algún tenue reflejo dorado, nariz que abraza recuerdos de fruta blanca madura, guiño cítrico, gestos herbales, flor de azahar, balsámicos y fondo de maresía. Arranca en boca con equilibrio entre acidez y sapidez, untuosas sensaciones, paso graso y pulposo, media sensación de persistencia. La retronasal escenifica junto a la preponderancia de fruta y flora, una memoria salina, aire de salitre, tiza y roca caliza húmeda. Un vino amable que imagino armonizando de mil amores con unos calamares, unas croquetas de bacalao o un cazón en adobo.
Puntos El Alma del Vino: 15’50/20.
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