La nao Trinidad de propulsión a vela, ciento treinta y dos toneladas y sesenta y dos tripulantes, fue el buque principal del navegante y explorador portugués Fernando de Magallanes en su accidentada aventura marinera al servicio de la corona española, con inicio en aguas de Sanlúcar de Barrameda rumbo a las islas de las especias. Junto a la Victoria y la Concepción, dieron forma a una expedición que finalizó, tras escalas y vicisitudes varias, con la muerte del ilustre explorador y el incendio primero de la Concepción y el hundimiento de la Trinidad, ya de vuelta a casa. Bodegas Barbadillo rinde homenaje con este vino a aquella embarcación, que operaba al servicio de la Armada Española. Nave Trinidad es un vino manzanilla en rama, elaborado con un monólogo de uvas de la casta Palomino Fino, procedente de viñas asentadas en suelos de albariza. Crianza biológica bajo velo de flor, en la solera de una de las cuatro zonas en las que se divide el dominio, que recibe el nombre elegido para honrar la memoria de la legendaria, ya mencionada, nao. Son treinta y seis las botas que la enóloga de Barbadillo, Montse Molina, emplea para la elaboración de este generoso, con una maduración media que se extiende aproximadamente durante cuatro años. Amanece en copa parada con un cromatismo amarillo dorado intenso, muy limpio y brillante, nariz que envía nostalgias piel de limón, frutos secos, notas aldehídicas, retazos que me evocan mazapán, camomila, salinidad marina y un guiño calizo, menor intensidad flor de crambe. Entra en boca con finura, prolongado en el paso, medio graso, armonioso, buena seña de alcance y llegada. Fresco y emotivo. “La manzanilla tiene una fragancia especial, como de mar, de flores de campo blancas. Tiene una boca suave, tierna, salina, debido a la buena crianza de la levadura durante años y años en las botas. Una delicia.” Así definía Molina este fluido emblemático en una entrevista para Revista del Vino. Y no le falta razón.
Puntos El Alma del Vino: 17’50/20.
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