Vino de finca, mencionada como Cantamilano, precioso nombre, asentada en suelos de composición arcillosa con presencia de arena y limo, ubicada a una altitud de más de cuatrocientos setenta metros sobre el nivel del mar. Garnacha que acredita una maduración de diez meses en barricas de madera de roble francés de varios usos. Esbelto, sápido, media fluidez, jugoso, respetuoso con la identidad varietal. Pocas cosas hay en viticultura tan poéticas, tan demiúrgicas y oníricas, como sentarse en el suelo, al píe de una viña vieja de Garnacha, indultada o no, observando sus soberbios brazos y recogiendo, inventando, un amplio elenco de históricas fábulas. Cuando no es tan anciana, refrescarse con sus racimos, sus granos, su vino, es simple y pura vanguardia. Así definiría yo la obra de Bodegas Paco Garcia. Manual de estilo. Escenifica en copa parada un tono rojo picota, limpio y brillante, reflejos púrpura y buena presencia de lágrima. Recuerdos aromáticos muy varietales, fruta roja madura, guiños cítricos, piel de naranja en limadura, gesto balsámico suave y nostalgia de flor de crambe. Brisa de melosidad. Boca jugosa, amplia en despliegue, buen equilibrio en la estructura, lozano, fresco y con buena seña de persistencia, marcando una tanicidad pulida y madura. Dinámico, largo. Una bruñida edición de vendimia de esta Garnacha de Cantamilano.
Puntos El Alma del Vino: 17’50/20.
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