Un auténtico vino blanco semi dulce elaborado en la denominación de origen Rioja. Insisto en el concepto de autenticidad, por aquello de salvaguardar mi fe íntima en esta categoría de referencias, algunas, en mi opinión, empalagosas en exceso, con azúcares residuales que maquillan en negativo la esencia de lo que yo entiendo como vino. Y Capricho de Valvanera de Bodegas Solana de Ramírez cumple con los requisitos. Dulzor presente pero controlado, sin más algarabías que por ejemplo, poder cumplir con creces, en una armonía alimentaria con foie o quesos azules. Viura, Sauvignon Blanc, Malvasía y Verdejo forjan la estructura de este Capricho de Valvanera, seductor, agradable, con buen pulso de frescura, la sapidez armada y la línea untuosa en el paso por boca imprimiendo un sello muy equilibrado. Alcance y llegada. Dinámico y mantenido. Amarillo pajizo, muy limpio y brillante, en la proximidad aromática hay instantes de memorias frutales y florales, pera, lichis, melocotón de viña, ciruelas proustianas, melosidad de flor de Crambe, azahar y liviana seña almibarada junto a un tic cítrico de fondo. Entra en boca con finura, glicérico en perfil medio, sustancioso, la fruta marcando el camino y la seña de acidez presencial le imprime empaque y criterio. Se deja ver con claridad una elaboración natural, interrumpiendo la fermentación por frío. En la retronasal, las frutas en ligera confitura, los guiños florales y un gesto en clave panal enarbolan la bandera protagonista. Hay mucho vino detrás de este semi dulce. Humana entraña de azúcar, que loaba el poeta mejicano Elías Nandino. Y como dijo el inmortal Oscar Wilde, un capricho se diferencia de una gran pasión en que el capricho dura toda la vida. Aunque sea en el recuerdo cuanto catas y degustas por vez primera esta referencia.
Puntos El Alma del Vino: 17’25/20.
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