El vino elaborado con uvas de la varietal Garnacha por los responsables técnicos de la bodega sonserrana Heredad San Andrés tiene su origen en la Finca San Prudencio, un terreno con suelos de componente arcillo ferroso, poco profundo de suelo y tasquil de arenisca. Es un viñedo viejo con las vides hercúleas y alzadas orgullosas sobre la base, aunque vulnerables en sus brazos. El tiempo no pasa en vano para nadie. Tras la cosecha manual del fruto, ya en bodega se procede con despalillado, fermentación alcohólica en continentes de acero inoxidable, maloláctica en idénticos depósitos y maduración final de en barricas de madera de roble francés, de varios usos, durante un periodo de nueve meses. La añada 2022 tuvo en Rioja tímidos desequilibrios en cuanto a la acidez, equilibrada en cuanto a taninos, clave fenólica, buenas fragancias y punto de azúcar por debajo de lo convencional respecto a otras añadas ordinarias. Alzo la copa y en la visual recojo un cromatismo limpio y brillante, rojo picota con reflejos púrpura. Memorias en nariz que narran buen fijado de fruta roja madura, fresca, con un segundo plano de cítrico gesto, elocuente por la identidad varietal, huidizos balsámicos y matorral, con un perímetro que me recuerda salmuera y especiados muy finos. La fruta impecable. Boca muy fresca y equilibrada, acidez suave, taninos pulidos y sápidos, estructura estable, avala una óptima maduración de la fruta y un registro varietal muy honesto. Estupenda edición de cosecha para uno de esos vinos a los que hay que aproximarse. Buena clave de persistencia y en la retronasal un fondo que recuerda a sílice, cuarzo. Me ha encantado.
Puntos El Alma del Vino: 18/20.

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