La liturgia del asoleo es una de esas prácticas vitivinícolas que da lugar a un tesoro. Pasificar con orientación al sol para lograr un mosto con una superlativa concentración de azúcares, esa es la cuestión. Maduración oxidativa con la uva Pedro Ximénez como protagonista, emotividad desde la albariza. La bodega Sánchez Romate defiende esta referencia, bajo el honorable estandarte histórico de su fundador, Juan Sánchez De la Torre, que inició este proyecto allá por el año 1781. Un vino denso, glicérico, naturalmente dulce, con gozoso volumen, seductor, envolvente y sápido. Escenario con reflejos yodados, caoba limpio, marrones úmber y caramelo. La proximidad aromática recoge nostalgias de la influencia de las criaderas y soleras durante un periodo de cinco años, frutos secos, dátiles y pasas, orejones, lustre de fragancia acompotada, toffee y melosidad, algún suave guiño de ebanistería, pastelería. Boca plena en untuosidad, larga proyección, espesura, volumen y un manto de sabrosa confitura. Una bella y golosa flor del Marco de Jerez.
Puntos El Alma del Vino: 17’50/20.
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