Desde Viñaspre para el mundo. Roberto Oliván y sus tesoros, viñedos Pieza Naya, Castillejo, Quemada y Entrada. Ya en el siglo diecinueve, el político Pascual Madoz, incluía la localidad en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar y en esa referencia hablaba de Viñaspre como territorio en donde se practicaban labores vitivinícolas. Oliván hace que la historia continúe laborando sus cepas asentadas en suelos dispuestos en laderas con margas calizas y replanos de margas areniscas rojas. Tras la cosecha manual del fruto, indisimulada Garnacha mayoritaria con aportes menores de Tempranillo, Viura, Malvasía, Calagraño, Garnacha Gris, Graciano, Monastrell y Malvasía de Rioja. En bodega se procede con una fermentación espontánea de todas las varietales, usando tina abierta y racimos enteros. Finaliza con una maduración que combina barricas de segundo uso y en depósitos de hormigón y que llega a buen término en un plazo aproximado de ocho meses. Es un vino confite, que habla el idioma de la fruta roja, fresca, jugosa, parlanchina, fresas de mata, ciruelas rojas, guiños de granada y guindas, desplegando sapidez y un buen registro de kirsch. Custero hace bueno el lema : Más valen frutos que flores, que los unos dan sabores, y las otras no más que olores. Porque es un vino tinto, frutal por encima de cualquier otro perfil, que eleva su banderola roja cereza en lo más alto, recio, rústico, con tanicidad pulida y registros medio altos en cuanto a persistencia. Crujiente y larga expresión. Vino tinto en magistral edición de cosecha, en el que puede apoyarse, por ejemplo, cualquier alimento magnificado por la gloria del sarmiento. Honra la memoria de la denominación, desde el presente y con mirada al futuro.
Puntos El Alma del Vino: 18/20.
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