Cuando suena el almirez, las doce están al caer. Y el mediodía luce hermoso, cálido y con la luz del sol percutiendo con amabilidad en rostros, caminos y veredas y también en viñas y viñedos. Ese vínculo del sol de mediodía con las cepas y el terreno en el que se acomodan es destacado en la etiqueta de este vino rosado de Bodega Inurrieta, una conjunción varietal de uvas de las castas Cabernet Sauvignon, Merlot, Graciano, Garnacha y Syrah. Y si suena el almirez, el mortero metálico de leyendas gastronómicas, es porque durante el machaque que concluirá en una sabrosa salmorreta que puede ser el preámbulo de un buen arroz, cabe el descorche, durante y después de su cocinado, de una botella de este vino. Paella o fideuá, que en el fondo lo mismo da. El enólogo Jabier Marquinez Villarreal vinifica con el tradicional sangrado directo del mosto previa maceración en frio con los hollejos. Pausada fermentación, y al llegar esta a su término, que puede variar mínimamente en función de cada varietal, permanece y se afina por un periodo de tres meses en depósito con presencia de lías. Descorche y servicio en copa, limpio y brillante, tonalidades rosa frambuesa, con reflejos malva y fandango, amaneciendo en la proximidad aromática con nostalgias de fresas de mata, cerezas y grosellas, pomelo y albaricoque, gestos balsámicos, flores blancas, caléndula y azahar. Muy fresco en el arranque en boca, sapidez en el despliegue, buen tono de acidez y una buena persistencia. Pulposo, goloso y cítrico, deja una huella de fruta y flores, por ese orden, con un tic de infusión, redondeado una expresiva retronasal. 2023, una muy buena edición de vendimia de esta referencia.
Puntos El Alma del Vino: 17’50/20.
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