Un vino elaborado con fruta de la variedad Garnacha procedente de cepas viejas ubicadas en el término municipal de Cárdenas, comarca de Nájera, uno de los espacios vitícolas de la denominación de origen Rioja donde la varietal mencionada es filosofia. Como yo opina Basilio Izquierdo y así me lo dijo también el ya fallecido y no por ello olvidado, Ezequiel García. Y es que hay enclaves en donde la calidad y la condición de la uva hacen declaración de solemne excepcionalidad. Pedro Peciña y un grupo reducido de amigos plantean un vino de resultado expresivo muy identitario, alzado en memorias de fruta roja y piel de naranja, balsámicos, guiño silvestre suave, bergamota y un apacible tic de mineralidad en el fondo de la fragancia. Sutiles sensaciones en el arranque en boca, media línea de acidez, óptima estructura, armonioso en el paso, prolongado y fino. Taninos pulidos, golosos, identificables. Demuestra una buena seña de persistencia y personalidad. Una Garnacha sensitiva, agradable, originaria de parda tierra, colinas ligeras y viticultura tradicional de secano. Leyenda y realidad. Fruta y más fruta. Una delicia.
Puntos El Alma del Vino: 18/20.
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