De viñas plantadas en los años 1960, 1965 y 1990, asentadas en suelos de componente arcillo pedregoso, surge la fruta madre de la variedad Tempranillo, con la que la bodega Señorío De Villarrica y su enólogo Pablo Fernández Abalos, elaboran este vino tinto crianza de Rioja, que en su edición de vendimia 2019 convence por una acreditada finura en las formas y una refrescante sensación de fruta en el fondo. Es amable, tiene un despliegue largo, goloso, con la nota de tanicidad madura y pulida, buen equilibrio en la estructura, con notas de calidez y un buen ensamblaje de fruta y roble. Apunta recuerdos de fruta roja y negra en sazón, balsámicos centrales, especiados dulces muy finos y un fondo de tostados, torrefactos, y una mueca silvestre ligera. Tiene perfil de sutileza, aunque se esmera en el paso por expresarse sustancioso. Cosecha manual de los racimos, tras su transporte a bodega, se vinifica de modo convencional, finalizando con una maduración de catorce meses en barricas de madera de roble francés y americano, afinando en botella durante seis meses antes de su salida al mercado. Dijo un famoso sastre una vez que la elegancia consiste en ser coherente. Cuando un vino de Rioja es elegante, es coherente con la identidad que representa. Es el caso.
Puntos El Alma del Vino: 17’50/20.
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