Vino catado en el año 2018, en Haro. Un paseo por el campo de la pedanía de Viñaspre , en las inmediaciones de la población alavesa de Lanciego, supone reconciliarse con el pasado rural, con esa visión natural que de un modo tan cursi suele aparecer reflejada en las crónicas urbanas de algunos periodistas que nunca se calzan las botas de batalla y prefieren elucubrar desde la cálida redacción. Visión natural que sólo se obtiene caminando con personas como Roberto Oliván , desafiando rocas en el camino, tormentas y cuestas hacia arriba. Porque de la dureza de las labores viticultoras sabe este elaborador bastante, aunque también de los grandes momentos, esos que dan como fruto vinos como el que hoy comparto con mis lectores en el blog. La tempranillo habla en Xérico 2016, acompañada por un porcentaje de la rubia angelical de Rioja, la viura. Siete hectáreas y media a disposición de Oliván, y en esta referencia el resultado y el mimo en el trabajo de tres parcelas, Majadonda, El
Segunda Etapa | Catar, escribir, puntuar.